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Los tesoros de la Iglesia

Lorenzo: "Coronado de Laurel"

[¿? Huesca, España
258 a.D. Roma]


S.S. Sixto II ordenando como diácono a San Lorenzo
[según Fra Angélico]
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Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los hombres de confianza del Sumo Pontífice, estaba encargado de administrar las limosnas y dineros de la Iglesia y de distribuir las ayudas y cuidados a los pobres







En el 257 a.D. el emperador Valerio publicó un decreto en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano, sería condenado a muerte, prohibía el culto y las reuniones cristianas




El Papa Sixto II fue inmediatamente arrestado y condenado a muerte junto a cuatro de sus diáconos.

Lorenzo se encontró con el Papa en el camino a su ejecución y le preguntó:
San Lorenzo Mártir: ¿A dónde vas, querido padre, sin tu hijo? ¿A dónde te apresuras, Santo Padre, sin tu diácono?. Nunca antes subiste al altar del sacrificio sin tu sirviente, ¿y ahora deseas hacerlo sin mi?
San Sixto II Papa: En tres días tú me seguirás - le contestó.


Por ordenes del Papa, Lorenzo recogió todos los dineros y demás bienes de la Iglesia en Roma y los repartió entre los pobres, vendió los cálices de oro, copones y candeleros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes más necesitadas.

Entre estos tesoros se encontraba el Santo Grial, (el cáliz que Cristo utilizó en la Última Cena, que después de la Resurrección, fue llevado a Roma y utilizado por los Obispos romanos, hasta Sixto II, donde desapareció).

El Prefecto de Roma (un muy buen amigo del dinero) llamó a Lorenzo y le dijo:
Prefecto de Roma: Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candeleros muy valiosos. Vaya, recoga todos los tesoros de la Iglesia y me los trae.


Lorenzo le pidió tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue reuniendo a todos los pobres, lisiados, mendigos, huerfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos, en fin, a todos los que el ayudaba con las limosnas y presentándose ante el Prefecto le dijo:

San Lorenzo Martír: Ya tengo reunidos todos los tesoros de la Iglesia. Y le aseguro, que son más valiosos que los que tiene el Emperador
Llego el Prefecto muy contento pensando llenarse de Oro y Plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgusto enormemente, pero Lorenzo le dijo:
San Lorenzo Mártir: ¿Por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de la Iglesia de Cristo!


El Prefecto de Roma, lleno de rabia, lo mando matar de una forma cruel.

Para que su muerte fuera lenta encendieron una parrilla de hierro y cuando estaba al rojo vivo, Lorenzo fue acostado sobre ella. Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo por todo el mundo, y exhalo su ultimo suspiro.


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