¡Rosa mística!, y purísima de aroma celestial que en esta jornada a falta de albergue, con abnegación inefable, sumisa aceptasteis por asilo la solicita oferta de vuestro santo esposo que sólo conducirte podía a una gruta, morada y refugio eventual de pastores que ahí, con sus rebaños se guarecian contra lluvias e inclemencias del tiempo. Tú que todo esto soportasteis dadme paciencia para soportar amarguras terrenas. Amén.
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