¡Oh Reina de los Ángeles!, comunica a mi alma ¡Oh Inmaculada María!, la fortaleza con que soportasteis las penalidades de vuestra tercer jornada llevando por toda compañia a vuestro esposo José y a los ángeles celestiales que en coro cantaban y bendecian al Hijo de vuestras purísimas entrañas, para que con vos pueda yo continuar mi peregrinar en esta tierra. Amén.
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