Durante el período colonial los capitalistas de México (dueños de minas, hacendados y otras clases de ricos) eran, por regla general, hombres cuya fe y tradiciones católicos les hacían ver sus obligaciones cristianas y culturales para con el pueblo.
A consecuencia de ello construyeron iglesias con escuelas (Vasconcelos hace notar que cada iglesia tenía su escuela en alguna forma), y, además, levantaron casas de huérfanos, hospitales y obras de caridad, e hicieron venir de España obras de arte o las hacian en México, y adornaban los templos con candeleros y barandillas de plata (en un país donde la plata y el oro eran tan baratos como la madera) y los proveian de vestiduras y vasos sagrados exquisitos que fabricaban artesanos del mismo país, con piedras preciosas para realzar su valor.
Considerábase entonces que uno de los deberes del caballero cristiano era el hacer todo eso.
Muy en contraste con lo dicho es lo que se ve ahora, donde los avorazados capitalistas ni siquiera tienen en mente procurar a los niños de sus obreros, un terreno para que jugasen.
Cuando se inauguró en Chicago el "Palmer House Hotel", en 1873, el piso de la peluquería estaba adornado con 825 monedas de plata de un dólar, y después de tres años, habiendo sido prohibido por el Gobierno Federal semejante uso de las monedas, los dólares americanos fueron sustituidos por pesos de plata de México, pero de todos modos el suelo quedó recubierto de plata (Chicago Tribune, Dec. 14, 1945)
Ningún eclesiástico tuvo jamás en México unas entradas personales que pudieran compararse, ni de lejos, con las que los gobernadores actuales se enriquecen, ya que los ingresos de los sacerdotes eran a título de fideicomiso, y la mayor porción de ellos se empleaban en obras de caridad.
Por otra parte, los bienes de la Iglesia, que consistían en fincas inmuebles, en ornamentos preciosos y vasos sagrados, eran los donativos de los fieles por espacio de 300 largos años.
Madame Calderón de la Barca escribiendo en 1840 dice:
"Estoy firmemente convencida de que no hay otro país en el mundo donde se ejerciten las obras de caridad, así pública como privada, en tan grande escala y me inclino a creer que, en general, la caridad es nota caracteristica de un país católico"
Pero se lamenta de que:
"la furia revolucionaria, que hace gala de destruir todo establecimiento, bueno o malo", haya destruido muchas instituciones beneficas...
Cuevas presenta un análisis pormenorizado de los bienes de la Iglesia, y básandose en muchos documentos oficiales, calcula el valor total de ellos en menos de cincuenta millones de pesos (su cifra es... $44.500,000).
Las entradas ANUALES de un sacerdote ordinario eran como de $1.000, pero para muchos se quedaban en $200; los religiosos de ambos sexos contaban con $180, incluso los novicios y el personal de la casa. (Cuevas op. cit., V, 284-306)
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